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Integración Fe Enseñanza

Crear discípulos es la meta de la educación adventista, pero muchas veces la escuela adventista no se distingue de las otras escuelas. ¿Cómo integramos la fe con la enseñanza?

South American June 20, 2018

“Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes.” Filipenses 4:9

El propósito fundacional de la educación adventista es imprimir la imagen de Cristo en la vida de nuestros estudiantes. Nuestros programas educativos deben reflejar esta intencionalidad. Al integrar la enseñanza del conocimiento académico con la fe, favorecerá la constitución de un estilo de vida cristiano que se verá reflejado en las interacciones personales de nuestros jóvenes y en su conducta diaria. Nuestra premisa como docentes debe favorecer el crecimiento espiritual, integridad, y una íntima relación con nuestro Salvador. Esta integración de fe es la que hace posible formar la identidad cristiana adventista en nuestras prácticas.

Para que los estudiantes sean capaces de relacionar sus aprendizajes con su fe, todos los espacios curriculares de la escuela deberán ser presentados en desde una perspectiva cristiana a la luz de las Sagradas Escrituras. Deberán ser capaces de reconocer que el origen de todo conocimiento es divino. El programa educativo deberá ser congruente con las doctrinas bíblicas y presentar coherencia filosófica (Beck, 1994).

La forma más apropiada es la que empleaba nuestro Salvador, conviene desarrollar el pensamiento crítico sobre el mundo que nos rodea y que percibimos a simple vista, reconociendo la intervención divina en cada aspecto. La mayor dificultad en tal sentido no radica en la falta de conocimientos por parte de los profesores, sino el hábito de vincularlos con los aprendizajes curriculares. En nuestras prácticas debemos realizar un ejercicio reflexivo donde permita reconocer y glorificar a Dios por las maravillas que nos rodean, y por su constante providencia.

Para que esto se convierta en una realidad en nuestras escuelas, debemos, no solo trabajarlo en la disciplina profesional, sino que exige una entrega completa de nuestra vida a nuestro Maestro divino. “Ustedes son la sal de la tierra. Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse.” (Mateo 5:13)

Si la integración de la fe y la enseñanza se trabaja de forma entusiasta, desde el gozo de estar experimentando la verdad que esperamos compartir, transmitirá una carga emocional capaz de  alcanzar genuinamente el corazón de nuestros discípulos. De no asumir conscientemente nuestra intencionalidad de intregrar la fe al currículo, las experiencias de fe van a permanecer proscritas a las clases de Historia Sagrada, Semanas especiales de Énfasis Espiritual u otras. El hecho crítico es que en nuestras escuelas pueden estar ofreciéndose un servicio educativo que no se diferencie de cualquier otra escuela sin un enfoque cristiano. Si excluimos nuestra fe de la práctica académica, se deteriorará la experiencia cristiana privándola de todas las evidencias divinas que nos rodean.

“Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. Entonces recordé lo que había dicho el Señor: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo. Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?” (Hechos 11:15-17)


Nota: Artículo escrito y publicado en Español  

Author

Natalia Holm

Lic. en Ciencias de la Educación, Prof. de Educ. Inicial. Actualmente se desempeña como asesora Pedagógica del Instituto Adventista de Resistencia, Chaco. Argentina

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