Infancia e Inclusión: Naturaleza y Pureza

De los alumnos más pequenos, podemos aprender lecciones que nos muestran la inclusión que debemos lograr en nuestras aulas.

School Environment March 31, 2021

Infancia, esa etapa de la vida por la que todo ser humano transcurre, en la que las preocupaciones, tal y como los adultos entendemos, no existen. Aquella época en la que un abrazo y un beso del núcleo familiar más cercano espantan todo dolor, preocupación o temor.

Un estado temporal que podría definir con las siguientes palabras: inocencia, dulzura, empatía, generosidad, transparencia, sinceridad, bondad, espontaneidad, felicidad, disfrute, satisfacción y el que creo el adjetivo estrella y que sin duda más me puede gustar, PUREZA. Almas blancas, alejadas de la corrupción social, sin prejuicios, sin cánones, sin límites, sin vergüenza, apartadas de la envidia mundana y la insatisfacción personal. Cuántas lecciones nos quedan por aprender de los benjamines de nuestro querido mundo.

Inclusión, término pedagógico referido a la diversidad educativa, a la aceptación de las diferentes normalidades de todos y cada uno de los habitantes de una comunidad.

Un concepto en auge, una corriente de moda, una actitud con muchos seguidores y grandes y fieles adeptos, pero a día de hoy, y si se me permite dar mi opinión, poco y/o pobremente arraigada.

Inclusión e infancia dos conceptos diferentes pero en consonancia, dos aspectos individuales y con carácter propio pero estrechamente relacionados. Actitud y maestro, comportamiento y ejemplo. Así es tal y cómo entiendo yo el significado de estos dos términos.

Estudiamos, practicamos, nos involucramos y seguimos trabajando en cómo conseguirla y llegar a presumir de haberlo logrado. Pero a día de hoy no es así. La sociedad nos pervierte, nos pone obstáculos, nos moldea a su antojo y todas y cada una de esas almas blancas, llegadas al mundo como seres translúcidos, se trasforman en sacos de muchas emociones contendidas, con apenas autenticidad y con mil y un prejuicios. Adultos que trabajan diariamente para ganar la batalla a las normas impuestas y conseguir la vida sin filtros, lograr la felicidad por vivir tal y como se es y no como se suponen que debemos serlo. Corazones que luchan por volver al origen del útero materno y por conseguir de nuevo la tan dulce pureza.

Infancia e inclusión, dos en uno. Ellos, los más pequeños, saben cómo hacerlo, conocen sin haber sido enseñados, cómo lograrlo y la respuesta está en su corazón. Este no necesita definiciones, adaptaciones ni clases magistrales. Es naturaleza, es aceptación verdadera. Es real, los más pequeños son grandes maestros y de ellos debemos aprender a reeducar nuestro corazón, nuestra perspectiva.

He tenido el honor y privilegio de compartir aula, pupitre y juegos con una niña que vino al mundo con todas las dificultades y problemáticas que se puedan imaginar. Y luchó y salió adelante y su suerte fueron unos padres cargados de fe, entusiasmo y buenos propósitos.

El colegio y todas y cada una de nosotras, sus compañeras de clase, fuimos premiadas con su paso. Auténtica, divertida y con carácter, dejó muy claro desde muy pronto que era una más, quizás con necesidades puntuales, pero sin pretender concesiones extras. Y así fue, y todo transcurrió con llana y simple normalidad. Y nos adaptamos a ella y ella a nosotras y todo era “normal”. No veíamos más allá, no había miradas furtivas, comentarios sobre su cuerpo o aceptación impuesta. Todo era puro, normalidad en su total definición, inclusión desde el corazón. Avanzamos juntas, logramos unidas y su paso por el colegio fue “normal”, nadie aflojó su ritmo y todas salimos ganando.

Su paso por la vida fue furtivo y su vida se apagó mucho antes de seguir superando obstáculos, pero a todos nos dejó un gran legado, conocer el verdadero concepto de inclusión. Demostró con su vida que todo es cuestión de corazón y en cómo la vida transcurre según los ojos de éste. Almas blancas y puras que ven a través del corazón y actúan en consecuencia.

Tenemos grandes maestros a nuestra vera y un precursor que vivió y mostró toda bondad, Jesús era un salvador compasivo e inclusivo, un total amante de la pluralidad, aún en los escenarios más controversiales. Tomemos ejemplo de Él, de ellos, reeduquemos nuestro corazón, luchemos por la pureza, consigamos volver a nuestros orígenes, abramos el corazón y aparquemos la mente. De esta manera seguro estamos más cerca de conseguir la inclusión.

Author

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *